En un balneario marplatense de Punta Mogotes, un grupo de niños se divierte armando pozos en la arena, corriendo, chapoteando en el mar y dibujando garabatos en la granilla. Dos de ellos están unidos por un hilo rojo. Son Lionel Messi y Antonela Roccuzzo, que en ese entonces no se imaginaban que estarían destinados a escribir una historia de amor que sería contemplada y ponderada por millones de personas que los vieron formar una familia.
La famosa imagen que anticipó el amor fue tomada durante el verano de 1998 (como se titulaba aquella recordada serie televisiva en Argentina), cuando Leo tenía apenas 10 años y Anto estaba a punto de cumplirlos. La realidad de una de las joyitas que tenía Newell’s en su cantera estaba muy lejos de ser la que trazó con el correr de los años, aunque sus gambetas y goles ya eran reconocidos por los futboleros que frecuentaban las Infantiles en Rosario y aledaños. Por ese motivo, aquella Categoría 87 era invitada a muchos torneos a lo largo y ancho del país: todos se maravillaban con el zurdito número 10 que desparramaba rivales en el camino.
Messi viajó a la ciudad de Balcarce, localidad ubicada a unos 70 kilómetros de Mar del Plata, para competir en el campeonato que se disputaba en el club Racing, que era anfitrión. El pequeño Lionel se hospedó junto a su compañero Matías Pecce en la casa de una familia local y aprovechó una jornada libre para reunirse con la que entonces era su amiga, Antonela, prima de Lucas Scaglia, que era el número 5 del equipo que integraba en la Lepra. Jorge y Celia no viajaron a La Feliz, pero igualmente Leo se dio el gusto de reencontrarse un rato con ella y protagonizar una fotografía que quedaría para la posteridad.
En diálogo con Infobae, el ex compañero de Messi en Newell’s Walter Vittor repasó lo que había sido aquel encuentro en la playa marplatense: “La familia de Lucas Scaglia y Antonela llegaron en la parte de definición del torneo. Era verano, época de vacaciones, Mar del Plata estaba estallada de gente y les dio la posibilidad de irse a muchas familias. Recuerdo haberla visto a Antonela con su familia”. Leo, que era habitué en la casa de los Scaglia y de esa forma creó un lazo con Anto, se prendió al plan veraniego.
Vittor había sido reclutado por Newell’s junto a Facundo Roncaglia, que hasta hace poco jugó en Boca Juniors y llegó a formar parte de la selección argentina. Como en ese momento no había lugar en la pensión para chicos tan jóvenes, la familia Scaglia les abrió las puertas a las promesas entrerrianas para que continuaran con sus pruebas en la Lepra y reforzaran a aquel gran equipo que ya daba que hablar con Messi como estandarte.
“Anto vivía a pocas cuadras y después de los entrenamientos nos encontrábamos en la casa de Lucas o en lo de la abuela, que quedaba arriba del supermercado que balearon. Éramos un grupo de chicos que se divertía todo el tiempo con la pelota. La pelota en la calle, en el garage, en el patiecito. Hasta en la computadora jugábamos al FIFA 98 y nos turnábamos. Todas las tardes estábamos Leo, Antonela, Facundo, Lucas y su hermano menor, disfrutando una merienda o una cena. Podíamos hacer alguna travesura, como el día que con un pelotazo le volcamos los tachos de pintura a un hombre que estaba trabajando en el frente de la casa de Scaglia. Picardías de chicos. Fue una época maravillosa, nunca hubiera sabido lo que se iba a generar con el tiempo”, rememoró este testigo involuntario de la incipiente historia de amor.
Que a Leo le gustaba Antonela ya desde que entraban en la adolescencia se ha contado. Walter, que compartió almuerzos, meriendas, cenas y mucho tiempo de ocio, da cuenta de ello: “Cuando estaban juntos, había una mirada media pícara por ahí. Obviamente, todo en la inocencia de los chicos que éramos, nomás. Después ese vínculo terminó de florecer más adelante”.
Las relaciones entre todos los implicados se fortalecerían en los años 98 y 99, en los que a aquella divisional leprosa le quedaría trunco un viaje a Estados Unidos para disputar un torneo internacional. Pero lentamente los caminos separaron. En el 2000, a Jorge Messi le comunicaron desde su trabajo que la obra social ya no se haría cargo de las inyecciones de hormonas para el crecimiento de su hijo menor y por eso buscaron alternativas a Newell’s. En River no tuvieron atención suficiente y surgió el Barcelona, donde Lionel se sometió a una prueba en el mes de septiembre y volvió a Rosario hasta ser fichado definitivamente a principios de 2001. Los primos Antonela Roccuzzo y Lucas Scaglia permanecieron en la ciudad santafesina. Walter Vittor retornó a su Entre Ríos natal.
No era moneda corriente en ese tiempo tener una computadora doméstica. Y más difícil aún era disponer de Internet. Por eso la comunicación de Lionel y Antonela, con los casi 13 mil kilómetros de distancia, se hacía por carta. “Vas a ser mi novia”, le prometía el ya canterano de La Masía a la Negra (como muchos integrantes de su círculo íntimo todavía la llaman cariñosamente), que algunas veces se imaginaba cómo sería acompañarlo en su aventura por Europa. El MSN Messenger bastó para sostener el diálogo, pero la nula presencialidad desinfló a la incipiente pareja que se quebró tras la partida del futuro mejor jugador del mundo a España.
Un lindo gesto de Lionel con Antonela reavivó la conexión: la Pulga, como se lo empezaba a conocer a este pibe rosarino a nivel mundial por haber debutado en Barcelona y vestir la camiseta del Sub 20 de la selección argentina, viajó en 2005 a Rosario para acompañar a novia de la preadolescencia durante el duelo por la muerte de una de sus mejores amigas en un accidente de tránsito. Su actitud la reconfortó y, a la postre, comprendió que él sería el amor de su vida. Messi, mientras tanto, empezó a escribir historias doradas en el fútbol: campeón en el Mundial Sub 20 ese mismo año, campeón de la liga española y Champions League con Barcelona y debut en Copa del Mundo con la Mayor en 2006.
En esa época de impasse, cada uno afrontó su soltería aunque nunca dejaron de pensarse del todo. Ella rompió una relación de la que poco se supo por su bajísimo perfil, característica que siempre tuvieron ambos en común. Él se centró en lo profesional, pero volvió a buscarla y al tiempo le propondría mudarse definitivamente a Barcelona. En 2007, merodeando los 20 años, se pusieron oficialmente de novios. A principios de 2009, Messi confirmó en la TV catalana que estaba en pareja y que ella estaba en Argentina, pero se autolimitó con las precisiones.
En 2010, Antonela viajó con la familia de Leo para ver en vivo a la Selección en la Copa del Mundo de Sudáfrica, algo que se replicaría con cada competición junto a la Albiceleste. Y, a pocos meses del golpe que sufrió el número 10 por la eliminación de Argentina en la Copa América que se disputó en nuestro país (uno de los momentos más críticos de su trayectoria), ella quedó embarazada de Thiago, que nacería el 2 de noviembre de 2012. Tres años más tarde, llegaría Mateo. El 1° de julio de 2017, se casaron en Rosario. Y, al año siguiente, vio la luz Ciro.
En la entrevista que Messi le concedió al streamer Migue Granados hace algunos meses, confesó que en el futuro podrían buscar su cuarto hijo: “Nos gustaría una nena”. Por ahora, la pareja más querida se dedicará solamente a disfrutar de su primer San Valentín en Miami.