La contienda electoral de 2025 se promociona como una fiesta democrática, pero para muchos candidatos esa celebración quedó atrás hace meses. Lo que enfrentan ahora es una carrera de resistencia en la que la prioridad ya no es sumar votos, sino esquivar atentados. El Cuarto Informe Electoral del Centro de Estudios para la Democracia (Cespad) lo retrata con crudeza: la política hondureña está siendo golpeada por una ola de violencia que pone en riesgo a quienes participan en ella.
La realidad supera a los discursos. Candidatos que aparecen en la Dirección Policial de Investigaciones (DPI) para denunciar ataques, alcaldes que claman por protección y comunidades que observan, en silencio, cómo los disparos se convierten en parte del clima previo a las elecciones generales del 30 de noviembre.
Atentados contra candidatos: la violencia se acerca a las urnas
El 14 de octubre de 2025 se encendió una alarma nacional. Ese día, Carlos Darío Romero López, candidato a la alcaldía de Arenal (Yoro) por el Partido Nacional, acudió a la DPI para denunciar que fue atacado a balazos en Olanchito mientras realizaba actividades políticas.
El recorrido de campaña terminó abruptamente: no hubo discursos ni concentración de simpatizantes, solo un aspirante pidiendo protección policial y tratando de procesar que se ha convertido en objetivo.
Cinco días después, el 19 de octubre, la violencia volvió a manifestarse. En Piraera, Lempira, el alcalde Deydin Mendoza denunció que un hombre armado intentó dispararle en plena actividad pública. La multitud intervino y el atacante fue detenido, pero el susto dejó una huella clara.
“Estos puestos son transitorios, pero la vida es primero. Si no me garantizan seguridad, dejaría el cargo”, advirtió el edil, lanzando un mensaje que refleja el temor con el que conviven muchos funcionarios locales.
Un escenario político inflamado
Los ataques no ocurren en el vacío: forman parte de un clima de tensión creciente que se agudiza conforme se acerca la fecha de las elecciones.
El informe del Cespad documenta un incremento en actos de provocación política, discursos intolerantes y símbolos destruidos. Un ejemplo reciente ocurrió el 23 de octubre, cuando Arnaldo Paguaga, exdirigente de Libertad y Refundación (Libre), quemó una bandera del partido durante su adhesión al Partido Liberal.
El gesto desató aplausos, críticas y un nuevo choque entre sectores políticos, simbolizando la escalada de confrontación que vive el país. Ese fuego no solo consumió una bandera, sino también la posibilidad de un proceso electoral en calma.
Instituciones desgastadas y enfrentamientos públicos
La violencia física se suma a un panorama institucional fracturado:
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Consejeros del CNE enfrentados públicamente.
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Acusaciones cruzadas de boicot electoral.
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Audios filtrados que generan sospechas y polémica.
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Denuncias ante el Ministerio Público que alimentan la incertidumbre.
En este entorno, la violencia deja de ser excepción y pasa a convertirse en una herramienta para intimidar o condicionar el terreno político. El mensaje implícito es contundente: participar en la vida pública puede costar la vida.
Protección insuficiente en plena campaña
El informe del Cespad también señala que la protección para candidatos y alcaldes no avanza al ritmo del proceso electoral. Mientras la Policía Nacional centra esfuerzos en la organización del día de la votación, los ataques ocurren antes y en espacios donde la seguridad estatal prácticamente no existe: carreteras, ferias patronales, calles rurales y eventos comunitarios.
Muchos aspirantes se desplazan sin escoltas, acompañados únicamente por simpatizantes. En varios casos, sobrevivir a un atentado se debe más a la suerte que a un esquema real de protección.
Una campaña donde sobrevivir ya es un triunfo
El 30 de noviembre, Honduras acudirá a las urnas, pero muchos de sus candidatos llegarán después de haber sobrevivido ataques, amenazas o intentos de asesinato que nunca debieron formar parte del proceso democrático.
La violencia política se ha convertido en un elemento que condiciona la campaña, marcando la pauta del debate y recordando que, en esta contienda, antes que ganar votos, varios aspirantes solo esperan llegar vivos al día de la elección.
