Cada año, el restaurante Doña Bibi’s, en el corazón de Westlake, se convierte en un rincón de Honduras en California. Allí no solo se sirve comida, se celebra la identidad. Pero este 2025, el aroma de la baleada llegará con un matiz de cautela.
El Día de la Baleada, una festividad nacida de la nostalgia y el orgullo, solía llenar el estacionamiento del restaurante con música, juegos tradicionales, risas y tortillas de harina recién hechas. Este año será diferente.
Una decisión que nace del miedo
Sara Mena, copropietaria del restaurante, explicó por qué decidieron reducir el festival.
“Debido a todos los problemas sociales y migratorios que ocurren, queremos que nuestro personal, clientes y nuestra comunidad se sientan seguros”, dijo.
La creciente presencia policial y las medidas migratorias más estrictas generan temor entre los residentes, muchos de ellos indocumentados.
En vez de arriesgar la tranquilidad de su gente, Mena y su equipo optaron por la prudencia.
“Queremos evitar que la gente vea presencia policial que los haga sentir incómodos”, señaló.
La resistencia se sirve en tortilla de harina
Fundado en 1997, Doña Bibi’s es mucho más que un restaurante. Es un refugio cultural.
En su menú, la estrella es la baleada: una tortilla suave, rellena de frijoles, crema, queso, y lo que el corazón y el paladar dicten.
Cuando los nuevos propietarios tomaron las riendas, decidieron no solo mantener la tradición, sino ampliarla.
Así nació el festival de la baleada, una fiesta al estilo catracho que desde entonces se celebra cada mes de junio.
Pero los tiempos cambian. “Una de las cosas que hicimos al principio como restaurante fue dar a nuestros clientes las tarjetas rojas”, contó Mena.
Estas tarjetas detallan los derechos constitucionales de las personas frente a agentes migratorios.
Este año, la fiesta se transforma en acto de resistencia silenciosa. No habrá música a todo volumen, ni juegos al aire libre.
Pero habrá calor humano, tortillas rellenas con historias y una comunidad que se niega a esconderse del todo.
Una celebración íntima, pero con el mismo sabor
El nuevo plan es reunir a la comunidad el domingo 8 de junio, de 2:00 a 8:00 de la tarde, dentro del restaurante. Una celebración más íntima, segura, pero no menos significativa.
“No es que no queramos celebrar, es que también queremos proteger”, afirma Mena. Y en esa frase se resume el espíritu de este año: una fiesta de identidad que no necesita ruido para ser poderosa.
En tiempos de incertidumbre, hasta una baleada puede convertirse en símbolo de valentía.
Este Día de la Baleada no tendrá los reflectores de otros años, pero brillará igual en el corazón de quienes, desde la diáspora, encuentran en la comida, la comunidad y la resistencia un pedazo de patria.