By La consejera Ana Paola Hall ha traicionado no solo al Partido Liberal, sino a todo el pueblo hondureño. Su actuar es indigno de una persona que alguna vez juró defender la democracia. Este tipo de traiciones se esperan de los esbirros sin códigos del oficialismo, pero que venga de alguien que conoce la ley y el deber institucional, revela claramente a quién le sirve y a quién obedece.
Lo que estamos viendo no es solo una crisis política, es una obstrucción directa al proceso electoral democrático, orquestada por quienes deberían garantizarlo. ¡Y eso es un delito penal! Todo aquel que atente contra el proceso electoral debe ser procesado: Marlon Ochoa, los consejeros suplentes, el ilegítimo presidente del Congreso Luis Redondo, Ana Paola Hall y todos los que han sido cómplices de este caos.
No lo hacen por Honduras. No lo hacen por la ley. Lo hacen para cumplir los caprichos de su verdadero amo: José Manuel Zelaya, el peor cáncer que ha tenido nuestra amada patria. Esta gente no actúa con legalidad, no tiene ética ni respeto por las instituciones.
Y mientras tanto, ¿dónde está el Fiscal General? Ya todos sabemos a quién sirve. Es momento de decirlo claro: la ley no se está cumpliendo, y el pueblo está siendo burlado.
Ya no bastan las conferencias de prensa, los tuits ni los videos. ¡Honduras necesita acción real de la verdadera oposición! Este no es momento para el silencio o la pasividad. El pueblo debe levantarse, porque lo que está en juego es la democracia misma.
En guerra avisada no muere soldado.
Es ahora o nunca. ¡Honduras merece respeto!
