Por: Marcio Sierra
La mayor parte de la ciudadanía hondureña que voto en las elecciones realizadas el 30 de noviembre del presente año 2025, más de 2.6 millones de votos a favor del cambio democrático y menos de 700 mil votos a favor de la continuidad del sistema de dominación castromelista, demostraron el repudio político de los hondureños al proyecto refundacional del socialismo radical. Tal como lo establece en su análisis Jesús Alberto Castro Erazo, la cúpula del Partido Libre carga el “mayor fracaso de la izquierda latinoamericana en el siglo XXI”. Ante tal resultado, hoy en día, el castromelismo pretende justificarse montando una ofensiva inmediata y fríamente calculada para contratacar la transición ordenada del poder. Y, entonces, emprenden un conjunto o arsenal de tácticas con el fin de deslegitimar el resultado electoral y disputar el control institucional sembrando la incertidumbre nacional.
Basados en asesorías que les dan asesores de la izquierda marxista radical internacional, sobremodo cubanita, inician el contraataque cuestionando la transparencia del proceso e insinúan que hubo fraude sin prueba alguna y proyectan una imagen de ser víctimas de un permanente ataque de la “burguesía retrograda” al decir que han sido objeto de amenazas debido al proyecto refundacional que no pudieron ejecutar, desde que se instauraron en el poder de Estado. Con esta táctica, por una parte, intentan alejar la crítica ante su mediocre desempeño gubernativo y, por otra parte, pretenden retener la poca base que tienen como fuerza política, para movilizarla y así agudizar la tensión mediante presión institucional al Consejo Nacional Electoral (CNA). Siguiendo tal dirección política, es que retiran al representante de Libre con el propósito de que no esté presente en el acto de formal declaración del resultado final de las elecciones. Están entorpeciendo el proceso de oficialización de los resultados a fin de ganar tiempo y forzar negociaciones. De tal manera, que han intensificado el acercamiento con actores o funcionarios cercanos a la oligarquía familiar Zelaya-Castro, a fin de frenar la certificación del resultado electoral final. Apelan a la movilización callejera no tanto para reclinar el resultado, sino expresar su capacidad para generar conflicto y poder negociar cuotas de poder e impunidad.
No cabe duda que están limpiando evidencias internas como contratos, despidos u otras zanganadas realizadas a lo largo de la gobernanza refundacional, para evitar procesos inminentes que se pueden producir en el nuevo gobierno. Existen testimonios que confirman la actividad de funcionarios de confianza que han recibido instrucciones en el sentido de “asegurar información” que evidencie procesos de corrupción cometidos.
Concluyendo, al Partido Libre no le queda más que aceptar que la derrota electoral que enfrentan, se debió: al incumplimiento de la promesa de una refundación con justicia social, a la facilitación del enriquecimiento ilícito, a la instauración de la opresión y la represión permanente y al establecimiento de alianzas con grandes capitalistas con el fin de enriquecer al núcleo oligárquico familiar Zelaya-Castro.
Finalmente, al haber escogido una candidata que no contaba con vinculo emocional con el pueblo, impopular evidentemente. Que fue una actriz relevante que utilizo el poder no para transformar el Estado sino para mantenerlo como Estado botín.
