LA PERVERSIÓN DE LA IDENTIDAD DEMOCRÁTICA EN HONDURAS

LA PERVERSIÓN DE LA IDENTIDAD DEMOCRÁTICA EN HONDURAS

Por: Marcio Sierra

En nuestra singular sociedad política observamos que los socialistas han pervertido la identidad democrática del ciudadano hondureño y suscitan una lucha antagónica con opositores democráticos, porque estos políticos sacan a la luz, la desfachatez del sistema político autoritario en el que han caído, al amparar a la oligarquía familiar Zelaya-Castro.

Desde que se logra transitar a la etapa democrática, en los años ochenta, hasta la denominada etapa de la refundación que, inicia en 2022, en Honduras las transiciones políticas oscilan entre promesas de democratización y mandatos autoritarios. Lo que debería ser un proceso de fortalecimiento y consolidación de la identidad democrática duradero, basada en el respecto a la soberanía popular, la transparencia institucional y la participación ciudadana, se ha alterado sistemáticamente a través de acciones de control político perverso, dirigidos por cúpulas políticas que en complicidad con ciertos empresarios y algunos altos mandos militares, actúan con perfidia utilizando un discurso democrático falso, como mecanismo de legitimación del poder que tienen.

En Honduras, la democracia es pintada en papel y anunciada en arengas políticas, pero en la práctica, a la ciudadanía le limitan sus derechos y responsabilidades y le obstaculizan su involucramiento activo en los asuntos públicos para influir en el destino de la nación. La promesa de la refundación que pregona el Partido Libre, ha funcionado más bien como una ilusión, con la que pretenden atraer a ciudadanos con débil conciencia política. De ahí, las frecuentes acciones manipuladoras clientelistas, la compra de votos y el control de los organismos electorales. La autonomía de poderes no es real sino subordinada a la oligarquía familiar de turno Zelaya-Castro y a ciertos intereses empresariales. Las libertades públicas reconocidas en la Constitución, vuelan en el engaño, como lo demuestran la criminalización de lideres sociales y periodistas.

La perversión de la identidad democrática, se confirma en la disparidad: mientras el discurso de los socialistas exalta la democracia, en la sustantividad cotidiana de la ciudadanía, la exclusión es dominante, la represión se intensifica y la desigualdad crece. Son hechos que debilitan la identidad democrática hondureña. Desde la expulsión del expresidente Zelaya hasta el control y la sumisión de los poderes del Estado al coordinador del Partido Libre, la democracia deja de ser sinónimo de participación ciudadana y lo que predomina es la arbitrariedad gubernativa.

Con la llegada de Xiomara Castro al poder en 2022, se intensificó la inestabilidad política e impusieron condiciones gubernamentales que alejaron a la sociedad, del resurgimiento de un proceso democrático vigoroso. Lo que ofrecieron sobre una refundación centrada en rescatar la soberanía popular, garantizar justicia social y abrir espacios de participación; a menos de tres meses para que finalice el gobierno, es un embuste completo. La realidad política que se vive, es el empeoramiento de los errores cometidos en el pasado y la concentración del poder en una oligarquía familiar caudillista que comete actos de corrupción mediante acciones tiránicas.

Han penetrar la administración pública siguiendo una perspectiva política deshonesta en toda su estructura funcional. No existe el diálogo sino la confrontación mediática más que el consenso político y la refundación, en vez de recomponer la identidad democrática, la convierten en un mito legitimador de la oligarquía familiar Zelaya-Castro. Y dada esa actitud política pervertida que han asumido, a la ciudadanía la tienen frustrada, sin mayor convicción y sin creer que su voto se vaya a traducir en un cambio real. La débil democracia que aun sobrevive, la han convertido en una forma de gobierno vacía de valores, útil solo para los dirigentes del Partido Libre que, hoy por hoy, se enriquecen desde los aparatos del Estado. La identidad democrática en Honduras se encuentra atrapada en una contradicción: proclaman al Estado como el principio rector, pero degradan su práctica cotidiana. Han pervertido el anhelo democrático en un ideal vacuo conveniente para legitimar el dominio socialista, manteniendo a las mayorías excluidas de las decisiones fundamentales.

 

 

Related Articles

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *