Por: Humberto Macías
Cada semana, la vida en Honduras se vuelve más incierta. La gente no sabe si su voto contará, si la justicia será imparcial o si el gobierno respetará sus compromisos. Esta inseguridad no solo tiene que ver con el crimen o la pobreza, es un problema más profundo. Es la falta de Estado de Derecho y está afectando a todos.
El Consejo Nacional Electoral enfrenta presiones y ataques constantes, por parte del propio gobierno. En 2024, se denunciaron intentos de manipular la contratación del sistema de transmisión de resultados y, en 2025, la renuncia frustrada de una comisionada debilitó aún más su credibilidad.
Desde 2022 el gobierno ha renovado, de manera continua el ilegal, Estado de Excepción, restringiendo derechos fundamentales bajo el argumento de combatir a las maras. Sin embargo, lejos de resolver el problema, se han documentado abusos cometidos por policías y fuerzas de seguridad, mientras las estructuras criminales continúan operando con casi total impunidad.
En 2024 el gobierno anunció la derogación del Tratado de Extradición con Estados Unidos. Meses después, en 2025, lo restauró. Estos vaivenes envían un mensaje peligroso, que en Honduras las reglas cambian al antojo del poder.
En febrero de 2024 se denunció el Convenio del CIADI, que entró en vigor en agosto. Sin embargo, ese mismo año, se convirtió en el país con más denuncias y enfrenta 15 demandas que superan los 12,000 millones de dólares (aproximadamente el 32% del PIB). En lugar de atraer inversión, sin arbitraje, ahora se espanta el capital.
Sin Estado de Derecho no hay confianza. Las familias no se sienten seguras. Las empresas no invierten. Los jóvenes no ven futuro en el país. En otros países se ha demostrado que respetar las leyes, los contratos y los derechos trae estabilidad. Honduras está haciendo todo lo contrario, cambia las reglas del juego, según la política del momento, debilita a las instituciones y pone la ideología por encima de la Ley y la justicia.
Respetar el Estado de Derecho no solucionará todos los problemas de inmediato, pero es una herramienta poderosa para traer confianza, seguridad y desarrollo. También enviará un mensaje al mundo, que Honduras está comprometida con un futuro serio y estable.
Por todo lo anterior, el pueblo entero, debe proteger las elecciones, el CNE debe garantizar un proceso transparente y confiable en noviembre. Y, consistente con la visión libertaria, de que la responsabilidad individual está en el centro de todo, se necesita una veeduría social más intensa, ya que el CNE está amenazado. La mejor forma de garantizar que el proceso funcione y sea limpio, es que, durante el conteo de los votos, los ciudadanos estén alrededor de las Mesas Receptoras de Votos, pendientes tanto del conteo como de la transmisión.