By Por: Juan Carlos Jara
Honduras atraviesa un momento crítico. A menos de cuarenta días de las elecciones generales, el país enfrenta desencanto ciudadano, fragmentación política y desconfianza en las instituciones. La gente ya no quiere discursos vacíos: exige transparencia, liderazgo y resultados concretos.
Los últimos acontecimientos lo demuestran. La auto convocatoria de diputados del PLH y de la oposición en Tegucigalpa es un claro mensaje: el pueblo y sus representantes están despertando frente a años de prácticas políticas caducas. Denuncias sobre posibles irregularidades electorales refuerzan la sensación de que la política debe volver a servir a la gente y no a intereses particulares.
Desde mi mirada como consultor político internacional de Salvador Nasralla, veo que su campaña conecta con la esperanza de cambio. No se trata de promesas al aire: se trata de un compromiso real con las comunidades, la transparencia y la lucha contra la corrupción. Hoy más que nunca, Honduras necesita líderes que estén junto al pueblo y no detrás de un escritorio.
La elección que se avecina no es menor. La ciudadanía exige claridad, coherencia y acción. Y en este contexto, la campaña de Salvador Nasralla ofrece una alternativa seria y comprometida con una Honduras más justa, digna y transparente.
El país está en un punto de inflexión. Los próximos días definirán si continúan anclados en viejas prácticas o se avanza hacia un futuro donde la política vuelva a ser herramienta de servicio y no de privilegios.
