Por: Ángela Marieta Sosa
Sin duda alguna que el Papa Francisco marcó un antes y un después en el liderazgo principal de la Iglesia Católica y del mundo entero; con su visión holística y sensible a los derechos humanos de los vulnerables, ha enfatizado que la Iglesia no debe cerrarse a los “puros”, sino ser “un hospital de campaña” para todos, especialmente para los heridos por la vida: pobres, marginados, presos, enfermos y personas con discapacidades.
Francisco fue inclusivo porque, desde el inicio de su pontificado, ha mostrado un enfoque de apertura, acogida y respeto hacia personas y grupos tradicionalmente marginados o alejados de la Iglesia Católica, su trato hacia personas LGTBIQ+, los migrantes, la mujer, los pobres y los presos, su famosa frase de “¿Quién soy yo para juzgar?” marcó un antes y un después en la actitud pública del Vaticano.
Además pidió a los países que acojan a los migrantes, recordando que todos son “hijos de Dios” y merecen un trato digno, incluso ha hecho gestos concretos, como traer familias de refugiados a vivir en el Vaticano, promovió el diálogo interreligioso con judíos, musulmanes, budistas y otros credos, firmó en 2019 el Documento sobre la Fraternidad Humana en Abu Dabi junto al Gran Imán de Al-Azhar, en favor de la paz y la convivencia, en su exhortación Amoris Laetitia, propuso un enfoque pastoral más flexible hacia los católicos divorciados que se han vuelto a casar civilmente, permitiendo en ciertos casos el acceso a los sacramentos, después de un proceso de discernimiento y aunque no ha aceptó el sacerdocio femenino, abrió más espacios de liderazgo para mujeres dentro del Vaticano y ha hablado de la necesidad de reconocer el “genio femenino” en todos los niveles de la Iglesia.
Evidentemente El Papa, apuntó hacia la misericordia, la dignidad humana y la acogida de todos, especialmente de quienes históricamente se sintieron excluidos, constituyéndose en un mensaje poderoso y armonioso con los tiempos actuales que demandan un comportamiento mas humano y menos discriminatorio.
Estas posturas ocasionaron opiniones a favor y en contra, por ejemplo, para algunos sectores el Papa fue demasiado progresista y se acusa a Francisco de “relativizar” o “suavizar” doctrinas tradicionales, especialmente en temas de moral sexual, divorcio y familia. Asimismo, de la falta de claridad teológica, dejando cuestiones abiertas a interpretaciones diversas. Algunos creen que Francisco se mete demasiado en temas políticos, especialmente en su crítica al capitalismo, la globalización y el consumismo.
Y es razonable ese remezón en el pensamiento católico y político, pues Francisco fue un Papa holístico, lo cual se demuestra en sus encíclicas maravillosas sobre la fe, el medio ambiente y la fraternidad Lumen Fidei (La Luz de la Fe) – Laudato Si’ (Alabado seas) –y Fratelli Tutti (Hermanos todos) que sin duda alguna llevan un sello distintivo e inclusivo.
Sin embargo, a pesar de las severas críticas, hay quienes le han defendido fervientemente, por ejemplo, el Cardenal hondureño Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga “El Papa Francisco no está destruyendo la Iglesia, está limpiándola de la corrupción y abriéndola a todos.”, Padre James Martin, “Francisco nos recuerda que la Iglesia no es un museo para santos, sino un hospital para pecadores. “Andrea Tornielli “Francisco no cambia la doctrina, cambia el enfoque: primero las personas, después las normas.”, Massimo Faggioli “Francisco no divide la Iglesia; expone las divisiones que ya existían.”, Antonio Spadaro “El Papa no es de derechas ni de izquierdas; es un pastor que lleva el Evangelio a los márgenes.” ¿Y Usted qué opina?, ¿Cree que el Papa Francisco revitalizó la Iglesia para que fuese más evangélica, cercana y centrada en la dignidad humana?
Finalmente, creo que es innegable que Jorge Mario Bergoglio dejó un legado como el “papa holístico” que defendió los derechos humanos, sellando diferenciadamente su pontificado, por su visión integral de la dignidad humana, donde los derechos humanos no se ven de manera aislada, sino interconectados con otros aspectos de la vida humana, como la justicia social, la paz, el cuidado del medio ambiente y la solidaridad global. Su enfoque no se limitó a un ámbito aislado de derechos, sino que involucró una visión integral de la humanidad y la creación, promoviendo el bien común de todas las personas, especialmente las más vulnerables.