El Papa Francisco ha fallecido a los 88 años durante la madrugada del 13 de abril debido a un fallo cardiorrespiratorio. Según ha afirmado el cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo del Vaticano, el sumo pontífice llevaba arrastrando una bronquitis desde hacía semanas, que le había obligado a apartarse prácticamente de la vida pública desde finales de marzo y que, finalmente, ha acabado con su vida.
‘Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7.35 de esta mañana, el obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados. Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del Papa Francisco al amor misericordioso del Dios Uno y Trino”, anunciaba el cardenal Farrell.
Jorge Bergoglio, nacido en Buenos Aires en 1936, fue en vida una de las personas más involucradas con la Iglesia católica de los siglos XX y XXI. Sencillo pero ambicioso, el papa tuvo una larga trayectoria dentro del seno eclesiástico, iniciando su vocación religiosa como sacerdote jesuita. Se instruyó en estos años en Ciencias Clásicas, Filosofía y Teología. Durante esos años, la pasión por viajar que lo acompañó nacía de las ansias de conocer y predicar el amor a Dios, pero sobre todo entre los hombres.
Primero como arzobispo y más tarde como cardenal, formó parte de diversos cónclaves, tras el fallecimiento de Juan Pablo II, y, años después, cuando Benedicto XVI colgó su solideo blanco tomó un relevo que ha durado 11 años.
Tan solo un día después de leer la tradicional bendición del “Urbi et Orbi” frente a la Plaza de San Pedro, el papa daba por finalizada su etapa en el mundo terrenal. Instaba el Domingo de Resurrección a los líderes mundiales a tomar el camino de la paz y a buscar el acuerdo de la verdad, la justicia y la solidaridad activa. Esto es tan solo un ejemplo de las muchas conciliaciones que ha buscado el pontífice con sus palabras durante todo su pontificado, siendo un referente para muchas comunidades en el mundo.
Quien también fue llamado como “el papa del pueblo”, con el objetivo de inspirar a la justicia social a tornarse realidad. Habló directamente tanto a líderes políticos como al pueblo llano, buscando algo más que inmiscuirse en la espiritualidad individual.
Reconoció en su década a la cabeza del papado que “Dios quiere a todos porque son sus hijos”, en todas las formas, y como hombre, él también debía hacerlo. Tuvo como bandera la prédica constante y el recuerdo del catecismo en sus oraciones públicas. Encontró en sus discursos un deber moral con la protección y la tolerancia, así como llamó a la conciencia sobre los abusos de todo tipo y alzó la voz por los silenciados. Una de las oraciones que le llevó a ser uno de los pontífices más afamados de los últimos tiempos fue la aseveración de que en la iglesia “hay sitio para todos”.
Así como se había pronunciado en ocasiones anteriores, el papa predicaba el no tener miedo a la muerte, pues esta tan solo es “el abrazo con el Señor” y tras ella continuaba el camino de la vida. Mientras tanto, en la tierra, su herencia serán la fe y el amor a Dios y al prójimo.