Por: Marcela Caro
Honduras está al borde del colapso. Lo que siempre ha sido corrupción ahora ha salido a la luz como un plan sistemático de destrucción institucional. Lo que ocurre en los consulados hondureños en Estados Unidos no es producto de la improvisación: es una operación calculada, ejecutada con precisión quirúrgica, para asegurar un fraude electoral desde el exterior.
Este no es un tablero político cualquiera: es un tablero esquemático del fraude electoral, donde cada ficha está colocada estratégicamente para manipular el sistema y torcer la voluntad del pueblo.
La reciente designación de la nueva vicecanciller Zulmit Solemit Rivera Zúniga, esposa del comisionado Oscar Rivera del Registro Nacional de las Personas (RNP) dirigente del Partido Libre, no es una coincidencia. Es una maniobra premeditada para mantener y asegurar la continuidad del partido Libre en el poder predominante en Honduras y extender su control absoluto sobre el sistema electoral en el exterior.
No es política común. Es manipulación encubierta electoral. Un fraude con el uso ilegítimo de los votos de nuestros inmigrantes hondureños en EE.UU.
Se intenta repetir el mismo libreto nefasto y fraudulento que llevó al colapso a países como Venezuela, Cuba y Nicaragua: nepotismo, concentración de poder, destrucción de la institucionalidad, y el establecimiento de regímenes autoritarios criminales disfrazados de democracia.
EL ENEMIGO TIENE NOMBRE
José Manuel Zelaya Rosales, operador central de una red narco-terrorista disfrazada de gobierno.
Luis Redondo, presidente defacto e ilegítimo del Congreso, sostenido por pactos oscuros.
Johel Zelaya, fiscal general que no fiscaliza, sino que encubre y proteje a su bando. (“La mitad para el comandante” “SEDESOL”) Y una red de funcionarios corruptos, que no sirven al pueblo, sino al proyecto criminal de mantenerse en el poder a toda costa.
EL VOTO EXTERIOR: BLANCO DEL FRAUDE
Los consulados hondureños en EE.UU. han sido secuestrados por activistas sin preparación ni experiencia, violando flagrantemente la Ley y la carrera del Servicio Exterior. Están siendo transformados en centros de manipulación electoral, donde el voto ya no es libre, ni secreto, ni confiable.
El objetivo es claro: controlar desde adentro el resultado de las elecciones, sin que la diáspora se dé cuenta… hasta que sea demasiado tarde.
LA OPOSICIÓN Y EL PUEBLO HONDUREÑO NO PUEDE CALLAR
No es momento de diplomacia ni de posturas tibias. Deben exigir con urgencia:
Una veeduría internacional permanente en cada consulado donde se ejercerá el voto in-situ.
Una auditoría internacional a posteriori a las elecciones generales.
Una investigación seria sobre el accionar del cuerpo consular y la intervención de actores políticos en la manipulación del proceso.
No puede haber neutralidad cuando el árbitro ha sido comprado.
EL EFECTO DOMINÓ YA COMENZÓ
Ya existen expedientes, ya hay pruebas y ya hay nombres.
El Departamento de Justicia de los Estados Unidos ya tiene en su poder evidencia documentada: conexiones financieras, tráfico de influencias y rutas claras del dinero sucio.
Esto no se trata de ideologías, injerencismo o persecución política. Esto es justicia.
Los operadores del régimen caerán uno por uno. La caída ha comenzado. Lenta, pero irreversible. Quieren aparentar normalidad, pero por dentro ya saben que el tiempo se les acaba.
No es cuestión de si caerán.
Es cuestión de cuándo.
No estamos ante un simple proceso electoral. Estamos ante una guerra silenciosa por el alma de la NACION. Y en esta guerra, el silencio es complicidad.
El pueblo debe despertar, la diáspora debe hablar.
La verdad debe ser dicha, aunque incomode y debe ser dicha ya.
¡HONDURAS ES DE CRISTO!