Cuando la izquierda pierde, no reconoce. Desconoce. Presiona. Victimiza. Y, si puede, intenta convertir una derrota electoral en una crisis política. No es nuevo. Ya lo vimos antes. El caso más emblemático es Andrés Manuel López Obrador en 2006. Hoy, Jorge Aldana intenta copiar ese mismo libreto en Tegucigalpa.
La similitud no es casual. Es estratégica.
Tras una elección cerrada, AMLO salió a las calles con una consigna clara: “voto por voto, casilla por casilla”. Instaló campamentos, bloqueó avenidas, desacreditó a las instituciones electorales y sembró la narrativa del fraude antes de que concluyeran los procesos legales. No buscaba solo un recuento: buscaba presión política, desgaste institucional y polarización social.
Diecinueve años después, el guion es el mismo, pero en versión municipal.
Aldana, sin pruebas concluyentes, instala un “campamento de defensa del voto ”, habla de actas ocultas, denuncia fraude sin demostrarlo y pretende convertir el conteo en un espectáculo de calle. No confía en el proceso, pero tampoco acepta el resultado. Exactamente como AMLO.
Este libreto tiene cuatro pasos claros:
1. Declararse ganador antes del cierre oficial.
2. Desacreditar al árbitro electoral.
3. Movilizar presión en la calle para condicionar decisiones técnicas.
4. Victimizarse y culpar al “sistema” si el fallo no favorece.
Nada de esto es defensa de la democracia. Es desconocimiento anticipado.
La diferencia es que AMLO disputaba una presidencia nacional; Aldana disputa una alcaldía. Pero el fondo es idéntico: cuando la izquierda no gana, el problema no es el voto, es la realidad.
La democracia no es contar solo las actas que me convienen.
No es gritar fraude sin pruebas.
No es presionar instituciones porque los números no cuadran con el relato.
La democracia es respetar el proceso completo, incluso cuando el resultado no gusta.
En Tegucigalpa, como en cualquier ciudad libre, cada voto debe contarse, sí. Pero sin chantaje, sin campamentos, sin manuales importados del populismo latinoamericano.
Aldana no está innovando. Está imitando.
No está defendiendo la democracia. Está ensayando el mismo libreto de la izquierda cuando pierde. (C.F.R)
