Por: Marcio Enrique Sierra Mejía
En Honduras el egocentrismo político afecta el desarrollo democrático porque la política y la toma de decisiones, son basadas en puntos de vista personalistas o de grupo, dejando de lado los intereses, perspectivas y necesidades de la mayoría de ciudadanos, particularmente, los de aquellos que forman parte de los propios partidos políticos. Los políticos egocéntricos, han caído en un modo mental escrupuloso que les inclina a juzgar la información de manera sesgada y los lleva a cometer errores en el razonamiento y la toma de decisiones.
El egocentrismo político, propende a la priorización de los propios intereses o del grupo por encima de los intereses de la mayoría de ciudadanos, ignorando o subestimando los puntos de vista de aquellos que no coinciden con los del grupo egocentrista y su caudillo. Utilizan la política para beneficio personal o del grupo, mostrando falta de empatía o comprensión hacia las necesidades de los demás, causando que se genere desconfianza en el proceso político y conflictos para resolver problemas de interés común.
El mejor ejemplo de egocentrismo caudillista lo tenemos en el castromelismo izquierdista, estos egocentristas, centran el quehacer político en sus propios intereses, opiniones y necesidades y son indiferentes ante las exigencias de los demócratas. Se han convertido en una amenaza estructural, dada la concentración del poder que han adquirido, que les permite ejercer la manipulación de la narrativa pública, la persecución política y el uso del aparato estatal como instrumento de beneficio personal o partidario. Ejecutan políticas egocéntricas socialistas que contribuyen a perpetuar el egocentrismo caudillista del coordinador del Partido Libre, desatendiendo las necesidades reales de la mayor parte de la población. En otras palabras, el egocentrismo caudillista socialista es un comportamiento que socava la legitimidad del sistema democrático y crea un clima de desconfianza generalizada.
La gobernanza egocéntrica castromelista pretende perpetuarse con base en el interés de cúpulas políticas que actúan a favor de sus intereses familiares particulares y no con base en el interés público general; lo cual, genera un sentimiento de frustración y perturbación en la ciudadanía democrática, la polarización, la división social e impide el dialogo constructivo y fortalece la intolerancia.
Los opositores democráticos, no deben caer en el egocentrismo político, sino superarlo a través de una ciudadanía democrática más crítica, activa, cohesionada y educada políticamente. Se tienen que abordar factores culturales y estructurales. Hay que educar y promover el pensamiento crítico, la empatía y el diálogo. La ciudadanía democrática, debe conocer la historia política nacional e internacional para entender que la ideología socialista no tiene el monopolio de la verdad. Los líderes democráticos deben promover el debate basado en ideas y no en figuras. Se tienen que combatir la desinformación y el discurso que demoniza al “otro”.
Son necesarios los espacios en donde las personas de diferentes ideologías puedan hablar sin insultarse. Aprender a escuchar para comprender, no solo para responder. Tenemos que reforzar la rendición de cuentas, exigir transparencia, eliminar el odio y el fanatismo sin importar el partido que esté en el poder.