Por: Marcio Enrique Sierra Mejía
La conquista del poder por parte del Partido Libre al ganar las elecciones generales realizadas en noviembre 2021, ha dado origen a un estilo de gobernanza denominado el “castromelismo”. Se puede constatar que esta valoración conceptual, se refiere a la unión política de un grupo de familias corruptas que, con o sin tener lazos de consanguinidad, aprovechan el erario público como botín, para aumentar el poder electoral del Partido Libre y enriquecerse o fortalecer la riqueza hereditaria.
En el caso hondureño, este género de control gubernamental socialista basado en redes de familias y que propende a la instauración de una especie de clan político para beneficiarse mutuamente; busca afanosamente, asegurar la continuidad de la gobernanza que imponen. Al día de hoy, no cabe duda, que el Partido Libre (socialista) es instrumentalizado por el expresidente Manuel Zelaya, la presidente Xiomara Castro, la ministra Rixi Moncada y el asesor Enrique Flores Lanza, quienes con su poder de incidencia gubernativa, pueden engañar e instrumentalizar a los socialistas, con promesas de hacer cambios radicales a favor del pueblo y haciendo que estos izquierdistas, sobrelleven un proceso plagado de improvisaciones, de corrupción estatal y atropello político mediante un enfoque de política misterioso o indescifrable, para crear una nueva identidad nacional económica y cultural neo estatista, anti-liberal y anti-nacionalista y poner en práctica, un quehacer gubernativo favorable al interés del clan político por encima del bienestar nacional.
El castromelismo en su condición de clan político, ha minado la institucionalidad democrática del país, al debilitar los contrapesos necesarios que evitan el abuso de poder y la tiranía política. La mayoría de socialistas del Partido Libre, no necesariamente están incidiendo positivamente en las reformas que impulsa el castromelismo, porque existe una cúpula de lideres que controlan este partido que, con alevosía, acuerpan las medidas a sabiendas que causan retroceso en derechos, libertades y oportunidades para los hondureños y, sobre todo, en el aumento del enriquecimiento ilícito de los miembros del clan político. Lo cual, a la larga, se vuelven socialistas que respaldan al “cartel de los soles en Venezuela”, quienes sustenta su poder, en el tráfico de cocaína al nivel mundial. De ahí, que apoyan la” amistad política” con la alta jerarquía militar venezolana con la intención maligna bajo mesa, de alinear a los mandos superiores de las FF.AA. hondureñas, al clan político autoritario y corrupto castromelista. Por otra parte, el clan político castromelista a nivel internacional, está adoptando posturas que alinean a Honduras con regímenes autoritarios y con tendencias antioccidentales, causando daños a su imagen en el escenario global. Hay tensiones con los organismos multilaterales y una ambigua relación con potencias como China o Rusia, dejando entrever que tenemos una estrategia exterior sin rumbo claro, dada más por la afinidad ideológica que por intereses geopolíticos juiciosos, consientes o prudentes.
En conclusión, el pueblo hondureño es manipulado por un clan político que ha perdido contacto con las verdaderas necesidades de la población. Y hace predominar la corrupción, el clientelismo y la falta de transparencia. Han embrollado la promesa de una “refundación” del país y, en su lugar, repiten viejos vicios históricos, contribuyendo a aumentar la degradación institucional y moral de Honduras.