El mes de mayo cerró con una cifra escalofriante: al menos 23 mujeres fueron asesinadas de manera violenta en distintos puntos del país, consolidándolo como el periodo más letal para las hondureñas en lo que va del año.
La denuncia fue elevada por la directora de la Asociación Calidad de Vida, Ana Cruz, quien expresó su consternación ante la persistente ola de feminicidios que sacude al país. “Es un mes tan violento y seguimos sin saber cuántos de estos casos llegarán a tener justicia. Las familias siguen esperando respuestas que no llegan”, lamentó.
De acuerdo con datos recopilados por la organización, entre enero y mayo de 2025 se registran 106 muertes violentas de mujeres. Aunque la cifra representa una leve disminución frente al mismo periodo de 2024 —con solo tres casos menos—, para Cruz esto no constituye un avance real. “No se trata solo de contar víctimas, sino de saber cuántos de estos crímenes han sido resueltos”, añadió.
La preocupación principal radica en la impunidad que rodea la mayoría de estos casos. Se estima que aproximadamente el 95 % de los feminicidios en el país quedan sin respuesta judicial, con expedientes estancados y sin avances concretos. La falta de acción por parte del Estado se convierte así en un factor que perpetúa la violencia y la revictimización.
Cruz también fue crítica con respecto a la efectividad del estado de excepción vigente en algunas zonas del país. En su opinión, esta medida no ha reducido la violencia contra las mujeres. “Siguen matándolas, incluso algunas han muerto en manos de quienes supuestamente deben protegerlas”, denunció.
A estas declaraciones se sumó el padre jesuita Ismael Moreno, conocido como el padre Melo, quien reflexionó sobre la gravedad de la situación. “Las mujeres son el grupo más criminalizado, más violentado y más asesinado en Honduras”, afirmó con contundencia.
Moreno hizo un llamado a no perder de vista el contexto estructural que permite estos crímenes. A su juicio, mientras no se enfrenten con seriedad las causas profundas de la violencia de género, no se puede hablar de una democracia real en el país. “No habrá elecciones limpias ni legítimas si las mujeres siguen siendo asesinadas sin justicia”, advirtió.
Ambos defensores coinciden en que se necesitan reformas urgentes y comprometidas que enfrenten con determinación la violencia de género. Exigen al Estado y a la sociedad asumir su responsabilidad para garantizar condiciones dignas y seguras para las mujeres hondureñas.