¡A votar con todo!

¡A votar con todo!

Por: Gabriela Castellanos

Aquí estamos otra vez, frente a un destino que nos exige defender la democracia. Volvemos a preguntarnos si esta vez el país será distinto, si esta vez la historia se atreverá a no repetirse. Y no es sencillo creer después de tantas derrotas. La pobreza nos llama por nombre propio, el desempleo nos empuja, la corrupción se exhibe sin pudor y la violencia convierte la noche en un riesgo.

Pero incluso en medio de este naufragio hay algo que nunca han podido quitarnos: la voluntad de decidir. Porque la democracia, más que campañas, es un acto de fe: pequeño, pero capaz de mover un país entero cuando la ciudadanía lo asume. La libertad no se hereda; se construye y se defiende. Y estamos a las puertas de decidir qué país queremos sostener con nuestro voto.

Honduras no necesita discursos vacíos; necesita un respiro real. Necesita que dejemos de votar como quien lanza una moneda al aire y empecemos a votar como quien siembra futuro. Que miremos más allá de banderas y busquemos a quien tenga la capacidad moral, política y humana de enfrentar lo que otros han evadido: la corrupción que nos devora, la pobreza que nos aplasta, el desempleo que nos expulsa y la inseguridad que nos encierra. Este no es el momento del “mal menor”.

Esa resignación nos ha frenado por décadas. Es el momento de elegir a quien entienda que gobernar no es pactar con mafias ni administrar miseria, sino devolver dignidad a un país entero.

Recordemos algo esencial: la paz también se vota. La libertad se vota. El derecho se vota. Son conquistas frágiles, sostenidas por la voluntad ciudadana, y se pierden cuando dejamos que otros decidan por nosotros. En medio del cansancio electoral y los mensajes gastados, cuando la desesperanza quiera convencernos de que nada cambia, pensemos en lo obvio: si no votamos nosotros, votarán quienes no quieren que nada cambie.

Honduras necesita que salgamos masivamente. Que votemos no desde el miedo, sino desde la responsabilidad. Que defendamos la paz como se defiende a un hijo: con cuidado y coraje. Que recuperemos el rumbo que una pandilla de forajidos nos arrebató. Vayamos a votar. No como trámite, sino como afirmación colectiva de que este país merece algo mejor que la rutina de corrupción y miedo.

Rechacemos el cinismo: un voto masivo envía un mensaje claro de que Honduras no está sometida. Votemos con determinación y en paz. Porque si algo debe quedar claro es esto: Honduras puede cambiar, pero solo si todos empujamos en la misma dirección. Esa es la democracia: la conquista que nos queda cuando todo tambalea. Y hoy, más que nunca, debemos protegerla.

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