Después de siete años de ausencia, dolor y esperanza, tres niñas hondureñas de 7, 8 y 11 años volverán a abrazar a sus abuelos maternos este martes en San Pedro Sula. Su llegada, prevista a las 11:10 de la mañana en un vuelo comercial, representa no solo el fin de un periodo de vulnerabilidad, sino también el comienzo de una nueva etapa llena de amor y protección familiar.
Las menores permanecieron durante este tiempo en el resguardo del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) en Puebla, México, luego de que su padrastro fuera arrestado por el asesinato de su hermanito menor y su madre decidiera abandonarlas. Durante esos años difíciles, las videollamadas con sus abuelos mantuvieron viva la esperanza de reencontrarse algún día.
El retorno de las pequeñas fue posible gracias a la intervención del Cónsul de Honduras en México, Héctor Amador, quien con sensibilidad y compromiso gestionó, junto al Comisionado del Registro Nacional de las Personas (RNP), Óscar Rivera, la inscripción de las menores como hondureñas. También fue clave la participación del Procurador del Menor de Puebla y las autoridades migratorias mexicanas, que facilitaron los boletos aéreos para concretar la reunificación familiar.
Hoy, estas tres niñas dejan atrás el abandono y el dolor, y vuelven a Honduras con la certeza de que un hogar las espera. Su historia es testimonio de que la solidaridad y la acción humana pueden transformar la adversidad en esperanza.