Por: Marcio Enrique Sierra Mejía
Hoy en Honduras, vivimos una crisis nacional porque la patria ha tomado un rumbo antidemocrático y su institucionalidad, es sometida al autoritarismo perverso que han instaurado los socialistas radicales dirigidos por el Partido Libre y el clan político castromelista. Empero, ha surgido la voz de un patriota que debe ser escuchado, porque se ha convertido, en el faro necesario que ilumina la oscuridad en la que navegamos políticamente. Tal es el caso de Romeo Vásquez Velásquez, una figura compleja pero crucial en la historia contemporánea de Honduras. Su accionar en el ámbito militar y político ha sido motivo de admiración para algunos y de critica para otros, pero nadie puede negar que es la voz retumbante en los momentos más receptivos del país.
Romeo Vásquez Velásquez, exjefe del Estado Mayor Conjunto, actúa como un patriota decidido a luchar para que se cumpla la Constitución y defender la institucionalidad del país, lo que demostró al cumplir la orden de deponer a Manuel Zelaya en 2009. Para muchos, Vásquez Velásquez se plantó como un patriota; para otros, fue parte de un golpe de Estado. Empero, más allá de interpretaciones, su actuar despertó una discusión profunda sobre el rol del militar en la democracia, y sobre lo que significa ser un patriota en circunstancias extremas.
Un patriota no es aquel que repite consignas vacías, sino el que actúa con base en principios, aunque eso implique asumir consecuencias difíciles. Vásquez Velásquez defiende la legalidad desde una perspectiva democrática institucional, luchando por la justicia justa y enfrentando a la justicia injusta que, actualmente los izquierdistas castromelistas, aplican y politizan porque quieren dividir a la nación. Esa fue precisamente la decisión polémica que adoptó en el 2009, obedeció un mandato judicial instruido para evitar la imposición del plan izquierdista internacional que promovían desde Venezuela. Obviamente, el haber tomado esa decisión de impedirle al expresidente Manuel Zelaya la consumación de su plan, fue controvertible y trascendental, tanto para el pueblo hondureño, como también para la comunidad internacional.
En el transcurso de los años posteriores al 2009 hasta el día de hoy, Romeo Vázquez Velásquez, participa en la vida pública como político democrático e incluso aspira a ser presidente, planteando una narrativa enfocada en la defensa de la soberanía, la justicia, la seguridad ciudadana integral, la restauración de la confianza en las instituciones, la eliminación del sistema de Estado botín, la instauración de procesos efectivos de rendición de cuentas y la instauración de un crecimiento económico inclusivo, sostenible en el que se puedan combinar efectivamente las dinámicas del mercado con la dinámicas del Estado, es decir, desarrollar una economía en la que el Estado se complementa con la empresa privada, para sacar del atraso a Honduras. Ahora que es político, encarna una visión de patriotismo asociada al deber y la lealtad de la nación por encima de intereses egocéntricos o partidarios. Y dada la persecución política a la que lo tienen sometido en la actualidad, por parte del Partido Libre y el gobierno castrromelista, con sabiduría e inteligencia política, decidió que el partido Alianza Patriótica que el fundó, lanzara a la palestra pública la candidatura presidencial de un joven empresario exitoso de San Pedro Sula, sin cola que le machuquen y que puede bregar en el proceso electoral, exponiendo su anhelo político.
Con lo cual, demuestra su patriotismo y el compromiso con la nación. El patriotismo de Romeo Vásquez Velásquez nos da la lección de que cuando las instituciones tambalean, la voz del patriota, con virtudes y errores, debe ser escuchada, analizada y puesta en perspectiva. Romeo es un ejemplo de cómo el patriota, aun en medio de la controversia y la persecución, puede levantar la voz por su país.