El ébola está de vuelta y las autoridades de la República Democrática del Congo, con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se apresuran a contenerlo.
El regreso de la enfermedad que asoló África occidental en 2014 sirve como un potente recordatorio de la amenaza que representan las enfermedades emergentes. Afortunadamente, con la experiencia que hemos adquirido en el tratamiento del ébola durante muchos años, sabemos cómo detenerlo. Y ahora tenemos una vacuna.
Pero imagina que nunca lo habíamos visto antes. Imagine que surgiera un patógeno para el que no hubiera cura conocida, para el que no tenemos una vacuna conocida y que amenaza miles, tal vez incluso millones, de vidas. Imagínese el impacto que tal enfermedad tendría en la economía global.
Esto no es cosa de ciencia ficción. Este es un escenario para el que tenemos que prepararnos. Esta es la enfermedad X.
Y la preparación requiere inversión. Es precisamente porque una epidemia internacional grave podría ser causada por un patógeno actualmente desconocido que la enfermedad X se agregó recientemente a la lista de enfermedades prioritarias de la OMS, junto con enfermedades que conocemos muy bien, como el ébola, el zika y el síndrome respiratorio agudo severo o SARS.
La lista Blueprint destaca las enfermedades infecciosas para las que carecemos de contramedidas médicas. La publicación de la lista tiene por objeto centrar los esfuerzos de investigación y desarrollo donde más se necesitan para mejorar la preparación.