Por: Marcio Enrique Sierra Mejía
La evidencia que demuestra con mayor claridad la negación política en la que ha caído la gobernanza refundacional, se constata al escuchar o leer la respuesta que le da el canciller Eduardo Enrique Reina de Honduras al ministro Marco Rubio de los Estados Unidos, al referirse al estado actual en que se encuentra Honduras y sostener que los hondureños, estamos muy bien debido a la efectividad de las políticas públicas que se están impulsando.
El canciller hondureño rechaza, omite o minimiza las evidencias comprobables que demuestran el mal manejo de nuestra economía y del desarrollo social con el objetivo de preservar su poder, manipular la opinión publica o evitar asumir responsabilidades. Obviando el contexto de autoritarismo nepotista de izquierda corrupto que han adoptado como forma especifica de gobernar bajo la ideología y la práctica marxista. Y que nos mantienen experimentando una inestabilidad política aguda, un aumento de la corrupción vertiginoso y una violencia solapada que no la reflejan en los datos estadísticos.
Los ideólogos marxistas del gobierno refundacional de Honduras rechazan o niegan que no han podido solventar la crisis económica, el hambre, la pobreza o la falta de libertades, argumentando que los problemas son causados por enemigos externos (como el “imperialismo” o “sabotaje capitalista” en lugar de reconocer las fallas internas del sistema de dominación que han implantado. En tal sentido, imponen la censura y el control de la información y manipulan los medios de comunicación para que controlen opiniones contrarias, dificultando a los ciudadanos conocer la realidad del país.
Quieren que nos ajustemos a una narrativa única que exalte los logros y minimicen las críticas. Aplican la persecución a la disidencia (caso del General Romeo Vásquez Velásquez), en lugar de reconocer las quejas o protestas como legitimas y, por el contrario, los etiquetan como conspiradores, traidores o criminales para justificar la represión política. Existe una manipulación ideológica muy bien trazada que juega un papel clave y, para lo cual, cuentan con asesoría cubana y venezolana que les apoya para idealizar la refundación izquierdista que pretenden implantar, destacando la figura del coordinador o lideres del Partido Libre y los principios del régimen y simultáneamente negando o relativizando los abusos contra los derechos humanos.
Están justificando la necesidad de una dictadura de izquierda para defender al país de la amenaza (real o imaginaria) como es el “capitalismo “, la injerencia extranjera, o los grupos opositores. Por ejemplo, la eliminación de la inversión extrajera de las ZEDES y la aplicación politizada de la justicia a líderes de la oposición.
En fin, en Honduras se constata que existe la negación política por parte del gobierno refundacional. El gobierno de la presidente Xiomara Castro utiliza la negación política, bajo la tutela del Partido de izquierda Libertad y Refundación (Libre), para minimizar la crisis interna que enfrentamos y para descalificar a la disidencia democrática opositora tratándolos como conspiradores non gratos. Si bien en Honduras aun operamos formalmente bajo un sistema democrático, los marxistas refundacionales, están erosionando con mayor intensidad la transparencia y la confianza publica, desviando el debate hacia la polarización y el control narrativo en lugar de dar soluciones concretas.