Pueblo que vota fortalece la democracia

Pueblo que vota fortalece la democracia

Por: Ángela Marieta Sosa

Se nos da con facilidad citar o referir al pueblo para legitimar posturas de gobierno, políticas, sociales, económicas o de simple opinión. El uso mas frecuente de la palabra pueblo es en elecciones políticas de un país, sobre todo por quienes se proclaman ganadores.

El asunto es, realmente ¿Cuándo somos pueblo? Se es pueblo en el contexto democrático y social cuando se pertenece a la colectividad de personas que conforman una nación, estado o comunidad, con derechos y deberes dentro de ese marco. Se es pueblo cuando se es ciudadano de un país, con derechos políticos como el voto y la participación en la toma de decisiones que afectan a la comunidad. Se es pueblo cuando se participa activamente en la vida pública, ya sea a través del sufragio, la participación en debates, la organización comunitaria o la exigencia de derechos y rendición de cuentas a los gobernantes. Se es pueblo cuando se forma parte de un tejido social con un sentido de pertenencia y responsabilidad compartida por el bienestar común y el desarrollo de la sociedad. El pueblo no es homogéneo; incluye a personas de diferentes orígenes, culturas, ideologías y experiencias, unidas por su ciudadanía común y su contribución a la vida colectiva.

Se es pueblo cuando se participa en la construcción y el funcionamiento de la sociedad, ejerciendo los derechos y cumpliendo con las obligaciones que conlleva formar parte de una comunidad política, se es pueblo cuando votamos, pero¡ ¿Qué pasa cuando las mayorías no votan?

Un pueblo que no participa en elecciones democráticas puede enfrentar una crisis de legitimidad en el sistema político, su inacción puede tener consecuencias significativas: Debilitamiento de la Democracia: La democracia se basa en la participación de los ciudadanos. Cuando el pueblo no vota, se reduce la legitimidad de los gobernantes electos, ya que no representan una voluntad popular clara. Esto puede llevar a cuestionamientos sobre la autoridad de los líderes y la validez de las decisiones políticas. La ausencia de participación electoral puede resultar en que los intereses y necesidades de una parte significativa de la población no se reflejen en las políticas públicas. Esto puede generar desigualdades y descontento social. La apatía electoral puede ser aprovechada por actores políticos para consolidar poder y reducir mecanismos de rendición de cuentas, lo que podría derivar en regímenes autoritarios o menos democráticos.

Al no participar, el pueblo cede el control de las decisiones importantes a un grupo reducido (élite), lo que puede aumentar la desconexión entre la ciudadanía y el gobierno. Si bien un pueblo que no vota no se convierte en una ficción jurídica, su capacidad de influir y moldear su propio gobierno se ve severamente limitada, poniendo en riesgo los principios fundamentales de la democracia.

Ante la desidia electoral es oportuno proponer incentivar el voto de manera correcta, que las razones para participar en la vida política de un país, no sea dinero, comida y la promesa de un trabajo mediocre; que sea por convicción, educación, conciencia ciudadana. Para ello se deben implementar programas educativos que informen a los ciudadanos sobre la importancia del voto, los derechos electorales, y cómo influye su participación en la toma de decisiones políticas. Dar facilidades Logísticas para mejorar la accesibilidad a los centros de votación mediante horarios flexibles y más ubicaciones de votación.

Utilizar campañas reales no demagógicas, en medios de comunicación, redes sociales, y otros canales para destacar la importancia de participar en elecciones y los impactos del voto en la vida diaria. Organizar actividades comunitarias y eventos que motiven a los ciudadanos a registrarse y votar, como campañas puerta a puerta, talleres de registro de votantes, y transporte gratuito el día de las elecciones.

Implementar incentivos simbólicos, como el reconocimiento público a las comunidades con alta participación o la entrega de certificados de participación, para reforzar la conducta de votar. Simplificar los procesos de registro y votación, como permitir el registro el mismo día de las elecciones o eliminar requisitos innecesarios y por último involucrar a líderes religiosos, comunitarios y sociales para que promuevan la participación electoral dentro de sus comunidades.

Estas estrategias pueden ayudar a aumentar la participación ciudadana, fortaleciendo el proceso democrático y disminuyendo las malas prácticas políticas que consolidan el elitismo político, profundizan la pobreza, la falta de oportunidades igualitarias y por ende impulsan la migración irregular.

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