Por: Nery Alexis Gaitán
No nos estamos refiriendo a la hermosa ranchera “Vámonos” de José Alfredo Jiménez, que en una de sus partes dice: “Que no somos iguales dice la gente, que tu vida y mi vida se van a perder…”, sino al estribillo, donde una vez más la Presidente Castro, repite su fastidioso discurso político. Y disculpen nuestros lectores la referencia a la ranchera, pero es la apropiada ante el nulo despliegue intelectual del “socialismo democrático”; fervientemente creemos que otra alusión de calidad intelectiva es inaccesible para los funcionarios del actual gobierno.
Ya estamos acostumbrados que en todo evento la presidente Castro nos repite el mismo discursito elemental, trillado, superficial, monótono y cansón de los doce años de la narcodictadura y el golde de Estado. No importa que los oyentes sean niños de escuela o auditorios internacionales, a los cuales no les interesa para nada la política doméstica hondureña. La ausencia de sentido común es evidente al repetir el fatídico estribillo.
Esta vez ha intentado una diferenciación que no aplica a la realidad de su gobierno. Cuando expone que: “No somos iguales a los que gobernaron en los últimos doce años”. En eso tiene razón. Gabriela Castellanos, la titular del CNA, expuso en un informe a la nación que el gobierno de Libre, se ha especializado en corrupción y que en pocos meses había superado los índices de corrupción de la administración nacionalista.
Y continúa con sus desaciertos: “No somos iguales a los narcotraficantes que hoy están en New York”. Podría decirnos cuál es la diferencia. Ya que negociar con narcotraficantes los hace partícipes de igual manera en sus actos delictivos. ¿Va a negar el narcovideo que involucra a su cuñado, hermano de su esposo, en estas actividades? Y que de paso involucra supuestamente a su principal asesor gubernamental, de haber recibido varios millones de lempiras del narcotraficante Don H.
“No somos iguales a la narcodictadura que se instaló por doce años y que corrompió al país”. No se niega la corrupción de los nacionalistas, pero cuál es la diferencia, si han superado esos niveles de corrupción. Incluyendo el terrible nepotismo que han instaurado, desde la familia presidencial, que abarca a todos los familiares, y las familias de todos los funcionarios de una forma descarada, como nunca se había visto. ¿Es por eso que no son iguales?
“No somos iguales a aquellos golpistas que golpearon nuestra democracia”. Le recuerdo que en realidad fue un autogolpe que se dio el mismo Manuel Zelaya, ya que había atentado contra nuestro sistema democrático y estaba empecinado en colocar una cuarta urna para instaurar una Asamblea Nacional Constituyente, para continuar en el poder. Así que la institucionalidad lo que hizo fue salvaguardar nuestra democracia, la que hoy continúa en peligro por persistir su gobierno en hacer más consultas al pueblo, con el único fin de continuar en el poder.
De paso nos quiere hacer creer que su gobierno es el mejor de la historia y que han construido una gran infraestructura a lo largo y ancho del país. La invito a que transite por las carreteras principales y secundarias y se dé cuenta de lo destruidas que están. Que vaya a consulta a un hospital público y se dará cuenta que no hay los insumos suficientes para una elemental atención digna, que para una cirugía se deben esperar meses ya que la mora quirúrgica es inmensa, y que una cita con un especialista tarda años.
Vaya a visitar las escuelas, sobre todo las rurales, y verá que están derruyéndose, que la educación es pésima, que la merienda escolar es insuficiente, y que lo único que abunda es la miseria en esos recintos del saber. Y que aun así, en condiciones deplorables, los niños insisten en obtener el pan del saber.
Quizás su gobierno no sea igual porque se ha incrementado el narcotráfico, las actividades del crimen organizado y la extorsión. Y ni hablemos de su agenda política que busca destruir nuestra frágil democracia.
¡LIBRE NUNCA MÁS!