Por: Marcio Enrique Sierra Mejía
Es en las elecciones generales que la cúpula que dirige al Partido Libre, tiene puesta toda su capacidad estratégica, para intentar un fraude electoral y continuar en el poder de Estado. Para estos ideólogos socialistas marxistas radicales, las elecciones primarias, tienen menos importancia relativa, pero siempre, van a tratar de imponer una magnitud de votos que amedrante a los partidos opositores democráticos. En este sentido, están aplicando una patraña al instruir al Ministerio Publico, es decir al fiscal general, a fin de que, de una imagen clara contra cualquier manipulación de votos, enfatizando que tales acciones pueden resultar en sanciones penales severas, instruyendo a la Agencia Técnica de investigación Criminal y a los fiscales a coordinarse con la Unidad Especial Contra Delitos Electorales para garantizar la integridad del proceso electoral. Con lo cual, pretenden aquietar a la oposición al proyectar una imagen de honestidad que no tienen, puesto que, en realidad lo que pretenden hacer, es aumentar la cantidad de votos en las primarias con el fin de demostrar una fuerza electoral falsa. El mismo, Marlo Ochoa, concejal del Consejo Nacional Electoral (CNE), forma parte de tal patraña, al declarar públicamente que el fraude electoral acarrea penas de hasta ocho años de cárcel. Además, ha instado a la ciudadanía a exigir el uso del lector biométrico en las Juntas Receptoras de votos (JRV), según él, porque su omisión puede facilitar irregularidades. Al respecto, los socialistas están insistiendo en la implementación del sistema biométrico como medida efectiva para prevenir el fraude. ¿Hasta qué punto existe una jugada política detrás de dicha intención? ¿Acaso este sistema biométrico puede ser manipulado dado que se empleará por primera vez en las primarias y podrían utilizar los lectores de huella dactilares a su favor?
Los partidos opositores democráticos deben estar conscientes que el sistema biométrico electoral que quieren establecer los socialistas, bien puede ser manipulado, para favorecer al Partido Libre al existir vulnerabilidades en su diseño, implementación o administración. A través del sistema biométrico, se puede manipular la base de datos, si el sistema no cuenta con controles de seguridad adecuados, es decir, que los del Partido Libre, con activistas malintencionados infiltrados bien pueden alterar o eliminar registros biométricos, para excluir a ciertos votantes o permitir el voto múltiple. Asimismo, pueden interferir en el software al no permitir ser auditado por entidades independientes e introducir algoritmos sesgados que favorezcan al Partido Libre. Hay que tomar en cuenta que los socialistas tienen acceso privilegiado al sistema, lo que les permitiría manipular la configuración para favorecer a Libre, por ejemplo, retrasando la verificación de votantes opositores o priorizando ciertas regiones. Mientras existan vulnerabilidades tecnológicas el sistema biométrico es inseguro y puede ser hackeado para alterar registros biométricos. El uso indebido de la biometría ha sido instrumentalizado para presionar a los votantes, condicionando beneficios sociales o generando miedo en algunos segmentos de la población. De ser impuesta la biometría electoral, es crucial que el sistema biométrico electoral sea auditable, transparente y supervisado por organismos independientes de la sociedad civil. Y, además de esta acción táctica perversa, existe información que señalan la influencia del narcotráfico en la política de Partido Libre, que bien puede afectar la integridad de las elecciones. Es necesario conocer las tácticas electorales que los del Partido Libre van a ejecutar en las elecciones y contrarrestarlas. Se debe prevenir el fraude electoral en Honduras y seguir las recomendaciones de organizaciones como Transparencia Internacional, el Instituto Nacional Demócrata (NDI) o la OEA, a fin de que supervisen el proceso electoral, tanto las primarias como las generales.