Con un 76 % de los homicidios cometidos con armas de fuego en la última década, Honduras enfrenta una crisis que golpea especialmente a los jóvenes.
En un periodo marcado por la escalada de la violencia armada, Honduras registra que el 76 % de los homicidios desde 2013 fueron cometidos con armas de fuego.
Este promedio se mantuvo también en los primeros siete meses de 2024, según datos proporcionados por la Secretaría de Seguridad y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
Las cifras pintan un panorama desolador: solo en 2023, 7 de cada 10 homicidios (2,473 casos) fueron con armas de fuego, una proporción cinco veces mayor que los homicidios cometidos con arma blanca.
La mayoría de las víctimas fueron hombres (89 %), mientras que el área urbana concentró más de la mitad de los casos.
La juventud como blanco
El grupo más golpeado por esta crisis son los jóvenes entre 12 y 30 años, quienes representaron el 46 % de las víctimas de homicidios con armas de fuego en 2023.
En un contexto de desigualdad y pocas oportunidades, este segmento de la población parece atrapado en una espiral de violencia.
A pesar de ello, también se observan algunos indicios esperanzadores: entre enero y julio de 2024, los homicidios de hombres disminuyeron en un 26 % respecto al mismo periodo de 2023.
Sin embargo, las muertes violentas de mujeres, aunque también reducidas en un 53 %, siguen siendo motivo de alarma, con un 69 % ocurridas en espacios públicos.

La violencia no da tregua
Entre enero y julio de 2024, el 90 % de los homicidios con armas de fuego fueron de hombres (975 víctimas), mientras que las mujeres representaron el 8 % (87 víctimas).
Estas cifras reflejan una ligera mejora en comparación con años anteriores, pero la proporción sigue siendo alarmante.
La investigación de estos crímenes sigue siendo un desafío para las autoridades. En el mismo periodo de 2024, el 22.7 % de los casos (355) permanecen en proceso de investigación.
Mientras que solo el 7.3 % de los homicidios se atribuyeron a delincuencia común y el 19.3 % a actividades criminales.
El reloj de la muerte
Las horas entre las 5 y las 9 de la noche son las más peligrosas, con un pico de incidencia a las 8 de la noche.
La mayoría de las muertes violentas y femicidios ocurren en este lapso, en su mayoría en espacios públicos.
En los primeros siete meses de 2024, los departamentos más afectados por lesiones causadas por armas de fuego fueron Francisco Morazán, Atlántida, Yoro y Cortés.
Este panorama muestra la necesidad urgente de reforzar las políticas de prevención y control de armas.

Un clamor por la paz
A pesar de la implementación de proyectos como SALIENT, que busca prevenir la violencia armada con un enfoque en juventudes, los resultados son insuficientes para revertir el impacto devastador de las armas de fuego en Honduras.
El camino hacia una Honduras más segura y en paz sigue siendo escarpado. La violencia armada no solo se lleva vidas, sino también el sueño de un país donde los jóvenes puedan prosperar sin temor a quedar atrapados en la línea de fuego.
El reto, entonces, no es solo desarmar las manos, sino reconstruir el tejido social que permita a las nuevas generaciones vivir sin miedo.