Al principio, fue solo humo. Una llamada de rutina alertó a los bomberos sobre un vehículo en llamas en la colonia Kennedy, justo cuando el sol apenas despuntaba sobre Tegucigalpa. Llegaron raudos, con la precisión que da la costumbre: mangueras listas, agua a presión, y el fuego, derrotado.
Pero el horror aguardaba en el asiento del conductor. Dentro del cascarón calcinado yacía un cuerpo humano, reducido a cenizas, con apenas rastros de identidad. Se presume que era un taxista VIP, aunque el fuego no da pistas claras. Ahora, mientras el humo se disipa, las autoridades escarban entre los restos buscando una respuesta. Porque en Tegucigalpa, incluso el infierno viaja sobre ruedas.