En un acto celebrado en la sede de la World Law Foundation —brazo ejecutor de la World Jurist Association, que cuenta con más de 60 años de historia en la defensa del Estado de derecho—, la presentación del libro ha contado con la presencia de destacados profesionales en los campos de las ciencias matemáticas y el periodismo. El abogado y analista político Jesús Ángel Rojo Pinilla ha presentado y moderado el evento, que ha contado con intervenciones de Maibort Petit, periodista de investigación experta en narcotráfico y crimen organizado, el doctor en matemáticas y experto en inteligencia José Humberto García, y el analista militar y experto en Seguridad Nacional José Gustavo Arocha, además de la ponencia del propio autor.
En un acto celebrado en la sede de la World Law Foundation —brazo ejecutor de la World Jurist Association, que cuenta con más de 60 años de historia en la defensa del Estado de derecho—, la presentación del libro ha contado con la presencia de destacados profesionales en los campos de las ciencias matemáticas y el periodismo. El abogado y analista político Jesús Ángel Rojo Pinilla ha presentado y moderado el evento, que ha contado con intervenciones de Maibort Petit, periodista de investigación experta en narcotráfico y crimen organizado, el doctor en matemáticas y experto en inteligencia José Humberto García, y el analista militar y experto en Seguridad Nacional José Gustavo Arocha, además de la ponencia del propio autor.
Durante su intervención, el autor ha explicado de manera pormenorizada todos los indicios que llevaron a él y a su equipo de investigadores a pensar que podía haberse dado un fraude en las elecciones generales venezolanas de 2004. Mediante una exposición de la teoría de los grados de separación (la misma que enuncia que todos estamos a 6 conocidos de distancia de cualquier persona del planeta), Salas ha mostrado cómo el gobierno de Hugo Chávez mantenía una relación muy cercana con las empresas encargadas de proveer las máquinas utilizadas para que la población venezolana votase en estas elecciones. Además de estos grados de separación, tan bajos como para levantar suspicacias, el autor se ha centrado en la empresa encargada de fabricar las máquinas mediante las que se realizó el supuesto fraude, Smartmatic.
En cuanto al papel de los medios de comunicación, el matemático y director del diario venezolano El Nacional, Miguel Henrique Otero, ha recordado cómo su periódico fue el único del país en hacer referencia a los estudios publicados en la revista Statistical Science que hablaban de fraude electoral, y cómo, a pesar de ello, la narrativa hegemónica que se había conseguido imponer desde el gobierno impidió que se generase cualquier tipo de debate al respecto. No obstante, a continuación ha declarado que «el fraude electrónico es realmente complejo», y que aunque consiguieran llevarlo a cabo de nuevo, esto «no implicaría necesariamente un volteo de los resultados». Según Otero, el fraude sólo es realizable cuando la diferencia de votos entre ambos resultados es pequeña, y que, por ese motivo, la mejor manera de proteger el sistema es votar en masa.
Por último, el experto en Seguridad Nacional José Gustavo Arocha ha hecho uso de la tesis del Dr. García para explicar el funcionamiento de las Fuerzas Armadas de Venezuela. Ilustrando de manera gráfica el organigrama militar venezolano, Arocha ha mostrado el carácter descentralizado de la organización, algo que llama poderosamente la atención de cualquiera familiarizado con las estrictas cadenas de mando que suelen servir como columna vertebral de las fuerzas armadas en la inmensa mayoría de Estados modernos. De este modo, según Arocha, el ejército sería otro ejemplo de CAS, completamente autónomo y dotado de capacidad para responder a posibles amenazas.
El acto ha finalizado con una advertencia por parte de los ponentes: estos fraudes no son exclusivamente propios de países que en occidente percibimos como «subdesarrollados». Si el modus operandi chavista ha sido capaz de llegar a los Estados Unidos, país generalmente considerado como hogar de una de las democracias más sólidas del planeta, puede llegar a cualquier lugar