Por: Nery Alexis Gaitán
El panorama nacional es sombrío para los pobres. Hay un 67% de pobreza entre la población; la UNAH compartió cifras impactantes, el 40% de los pobres están siendo obligados a comer sólo dos veces al día. El hambre es uno de los flagelos de nuestro pueblo.
Los centros de salud y hospitales públicos -por mucho que la Ministra de Salud diga lo contrario- están desabastecidos casi en su totalidad. No hay cómo hacer exámenes de cualquier tipo, desde un simple hemograma, radiografías, hasta una tomografía. O no está el empleado o la máquina se arruinó y a nadie le importa ponerla nuevamente a funcionar. El personal médico, que la mayoría de las veces trata de una forma despótica a los pacientes, trabajan con lo que pueden. La verdad es que al sistema de salud público los pobres sólo van a morir. De remate, se denunció que hay casi 700 paracaidistas en planillas fantasmas en el HE.
En el IHSS es la misma historia, no tienen medicamentos, los derechohabientes llegan a citas que nunca se cumplen; los pacientes oncológicos son un triste ejemplo; no hay especialistas y el que está, atiende una vez cada 3 ó 6 meses. Todo es carestía, calamidad e indiferencia. Y, para no perder la costumbre, el nuevo planillazo, involucra a decenas de personas humildes, de los bordos, que a duras penas subsisten, que por prestar su DNI para un bono, están a punto de ir a la cárcel, mientras los verdaderos culpables escapan a la justicia por el cuello político que tienen.
A raíz de la fracasada política económica, donde se ha ahuyentado a inversionistas nacionales y extranjeros, sólo en los dos últimos años se han cerrado más de 900 empresas, lo que ha incrementado el desempleo. Las caravanas hacia el norte son producto de la desesperación de los compatriotas, al no tener con qué alimentar a sus familias.
La seguridad ciudadana está fuertemente quebrantada. Los asaltos a peatones, los robos en buses y taxis, el robo de vehículos y demás accionar de la delincuencia común, tiene doblegados a los hondureños. Y ni hablar del terrible daño a la endeble economía que representa el millonario pago de extorsión a más de 60 bandas criminales; por lo que hay desesperación en las víctimas de este flagelo, que van inevitablemente a la ruina, provocando más hambre en el pueblo.
La red vial está colapsada, las carreteras son un completo desastre. Movilizar los productos es una tortura con innumerables pérdidas; se pierden o malogran cosechas de todo tipo. No hay opciones de mejorar en términos económicos.
Este gobierno, que se especializa en hacer parchos de corto plazo, tiene en abandono las escuelas y el sistema educativo ha fracasado estrepitosamente. Ojalá que imitaran al filántropo japonés, así entenderían qué es trabajar por el bien del pueblo.
Por su parte, los políticos siguen enfrascados en sus luchas partidarias y dándole la espalda al pueblo. Vemos cómo la violencia política continúa dividiendo a la familia hondureña. Ramona, la que tiene doble sombrero, ministra y precandidata, cada vez que abre la boca es para destilar odio y amenazar con cárcel a sus adversarios políticos. En su discurso está ausente el fortalecimiento de la democracia, la búsqueda de la paz o soluciones a los graves problemas que sufren los hondureños pobres día con día.
El daño que este gobierno del “socialismo democrático” le ha causado al pueblo pobre, no tiene nombre. Han saqueado sin misericordia alguna el erario nacional. Y de paso no cumplieron ninguna promesa de campaña. Sólo llegaron a darse la gran vida en viajes alrededor del mundo, en usar camionetas blindadas (la señora X, llegó con una caravana de 10 al templo de Suyapa). Y paremos de contar…
Y por si esto fuera poco, supuestamente están financiados por el narcotráfico y el crimen organizado; y se plantea que al menos “la mitad es para el comandante”. Por lo que desde el inicio de su gestión han confrontado al gobierno de los Estados Unidos sin que les interesen las consecuencias económicas. Nuestros migrantes no les importan para nada, ni lo que les pueda suceder.
El país se cae a pedazos. ¡Libre nunca más!