El auge de la derecha y el nuevo orden mundial

El auge de la derecha y el nuevo orden mundial

Por: Hernán Argüello Zelaya

En los últimos años, el mundo ha sido testigo de un ascenso significativo de los partidos conservadores en distintas regiones, en Europa y Estados Unidos, así como de figuras disruptivas en Sudamérica, como Javier Milei. Este fenómeno sugiere un posible reordenamiento del escenario político global, marcado por un cambio drástico respecto al “statu quo”.

Una de las principales causas detrás de este giro político es el progresivo desgaste del modelo globalista impulsado por la izquierda; cuya fragilidad quedó en evidencia con la crisis provocada por la pandemia de COVID-19, y la respuesta ineficaz de los organismos internacionales. Las medidas draconianas implementadas durante la pandemia, como los confinamientos obligatorios y la vacunación impuesta, generaron un fuerte rechazo en amplios sectores de la población. La Organización Mundial de la Salud (OMS), la Unión Europea (UE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y las Naciones Unidas (ONU) fueron señalados como responsables de haber impuesto restricciones que atentaron contra la libertad individual y la soberanía nacional.

Este malestar ha sido capitalizado por los partidos de derecha, que han centrado su discurso en la recuperación de la autonomía nacional frente a los mandatos supranacionales.

El ascenso de la derecha también se ha visto impulsado por el descontento hacia las políticas progresistas que, durante décadas, han dominado la agenda pública en temas como el cambio climático, la equidad de género y la multiculturalidad. Muchos ciudadanos consideran que estas iniciativas han socavado los valores tradicionales y las identidades nacionales.

En este contexto, líderes como Donald Trump en Estados Unidos, con su discurso “America First”,  y diversos movimientos europeos han ganado popularidad al rechazar la inmigración masiva y las políticas climáticas impuestas desde Bruselas. En Sudamérica, Javier Milei representa una ruptura con el modelo estatista tradicional, proponiendo un enfoque basado en el individualismo y la libre competencia.

El auge de la derecha también ha encontrado terreno fértil en la defensa de la libertad de expresión, una demanda que se intensificó tras los bloqueos y censuras aplicados en redes sociales a voces críticas del progresismo. Plataformas como X (antes Twitter) comprada por Elon Musk y YouTube  han jugado un papel clave en la difusión de discursos contrarios al globalismo, permitiendo la creación de comunidades con ideas libertarias y conservadoras.

Otro factor crucial que ha impulsado esta nueva ola política es la crisis económica global. La inflación persistente, el aumento del costo de vida y el desempleo han erosionado la confianza de la ciudadanía en los partidos tradicionales de izquierda y centro-izquierda. Como resultado, muchos votantes han optado por líderes que prometen un Estado más eficiente, con menos regulaciones, menores impuestos y un entorno más propicio para la inversión y el crecimiento económico.

El discurso anti-establishment es un denominador común entre estos nuevos líderes. Javier Milei, por ejemplo, ha centrado su narrativa en la lucha contra la “casta política” en Argentina, mientras que Donald Trump continúa desafiando a la élite de Washington. En Europa, los partidos de derecha han criticado con fuerza las decisiones impuestas por la Unión Europea, abogando por una mayor soberanía de los estados miembros.

La inmigración ha sido otro de los catalizadores del crecimiento de la derecha. La creciente llegada de migrantes a Europa y Estados Unidos ha generado preocupaciones en torno a la seguridad, la identidad cultural y la sostenibilidad de los sistemas de bienestar social. La percepción de que los gobiernos progresistas han sido incapaces de gestionar este desafío, ha fortalecido a las formaciones políticas que promueven políticas migratorias más estrictas y un mayor control de las fronteras.

Si esta tendencia se mantiene, el mundo podría presenciar un debilitamiento de los organismos multilaterales como la ONU o la OMC, con un mayor énfasis en acuerdos bilaterales y la reducción de la influencia de entidades supranacionales en la toma de decisiones nacionales.

El éxito de este nuevo orden dependerá en gran medida de la capacidad de los nuevos líderes de derecha para ofrecer soluciones sostenibles a problemas estructurales como la desigualdad y falta de empleo.

El futuro dirá si este nuevo orden mundial será capaz de consolidarse y ofrecer un camino viable hacia el desarrollo, la estabilidad y la prosperidad para las naciones, todo parece indicar que si: menos impuestos, más trabajo, son el futuro sostenible hacia un futuro mas rico para los ciudadanos de cada país.

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